Me muerdo los labios cada vez que te siento cerca en la distancia.
Sé que volverás, sé que volveremos a encontrarnos enredadas en estas
sábanas que ahora me protegen de la brisa que dejo entrar por la ventana de mi
habitación para que me ayude a no sofocarme con la humedad inherente al verano
en la ciudad.
Me encuentro en ese final del círculo que son ahora nuestros encuentros que
vienen y se van y parecen desvanecerse al aparecer el sueño en las noches en
las que no me acompañas.
Cierro los ojos y la primera imagen que me sobreviene a los párpados eres
tú, mirándome como lo harás la próxima noche que estemos juntas, que no será otra que la próxima noche
que nos depare la vida.