Te veo
mientras cruzas la puerta sin girarte a mirarme, como tantas veces has hecho
cuando has tenido que irte dejándome a mí en casa. Me asomo a la ventana para ver
si a media calle miras hacia atrás, si me buscas a través de las sábanas
colgadas en las ventanas de las casas, con esa sonrisa tuya después de unos
minutos, unas horas, unos días juntas entre las sábanas.
No miras
hacia atrás ni haces el amago de hacerlo. Llevas la mochila llena de todas las
cosas que un día trajiste a mi casa, porque las que yo te di, las has dejado
aquí.
Te vas sin
más, te vas para no volver, te vas para seguir con tu vida dejando la mía rota
en pedazos, y sin mirar atrás. Renaces al dejarme, renaces al dejarme atrás, al
separarte de mí. Me dejas sin chillarme, sin una mala palabra, solo con la
verdad por delante. Consumo toda tu energía y necesitas vivir. La vida te
ofrece mucho más de lo que yo te puedo dar. Te has cansado, y sin más, te vas.
Mientras
yo te veo irte, viendo como todo lo construido se desmorona en solo ese segundo
que tardas en cruzar la puerta, en esos apenas 10 segundos que tardas en doblar
la esquina de la calle. Me quedo mirando una esquina que has doblado en infinidad de ocasiones, pero esta vez sabiendo
que no volverás a hacerl0.
Después de
un tiempo indefinido, mis piernas empiezan a flaquear.
Empieza a oscurecer,
han pasado horas desde que me he sentado en la butaca que pusimos un día al
lado de la ventana, el sitio perfecto para deleitarme con aquellas historias
que me entretenían cuando tu no estabas. Ahora nuestra historia se ha terminado.
Y yo ya no sé que hacer, y pienso que quizás por eso te has ido, porque sin ti,
yo ya no sé que hacer.
(Escrito
tras estar en un concierto de Nereida Fau, no tiene nada que ver con
las canciones del EP, pero mi inspiración parece tener vida propia).