Eran las
16:30 de la tarde cuando llegó a casa de trabajar. Normalmente llegaba antes pero
era viernes y se había quedado a tomar algo con algunos de los compañeros.
Llegó agotada de toda la semana y de haber dormido poco aquella noche. Era la
primera semana del mes y, como de costumbre, el jueves se acostó tarde después
de la cena de rigor con las amigas de siempre.
Dejó el
bolso en la mesa del comedor, sacó el tabaco y se fue a la cocina a prepararse
un café. Sabía que en cuanto se lo tomara se metería en la cama, porque después
de tanto tiempo, parecía que la cafeína hacia el efecto contrario sobre ella.
Sacó el móvil para ver si Olivia le había dicho algo y al ver que no tenía
ningún mensaje suyo, supo que sus 30 minutos de siesta estaban asegurados.
Iban a
pasar todo el fin de semana fuera y salían aquella misma tarde. Pero los
viernes Olivia no tenía horario concreto para salir de trabajar y como no le
había dicho nada todavía, y tenía una hora de camino para volver a casa, sabía
que podía relajarse un rato. Así que se tomó el café tranquilamente mientras se
fumaba un cigarro, pensando en cual sería el destino de esa escapada de fin de
semana que le tenían preparada por su aniversario. En cuanto terminó se fue
directa a la habitación y se quedó dormida nada más tumbarse en la cama.
Olivia imaginaba
que se la encontraría durmiendo así que entró en la casa muy silenciosa. Desde
la entrada pudo ver como la puerta de la
habitación estaba abierta, ella la había cerrado al salir, lo que quería decir
que Belén estaba en casa. La taza del café estaba en la pica, y en el comedor
no había nadie. Belén se sentó un momento en el sofá a terminar de meditar
aquello que la tenía dándole vueltas a la cabeza toda la semana. Desde un
principio la intención era dárselo para concluir el fin de semana y no antes de
salir, pero los regalos se le escapaban de las manos, y más ese.
Se sentía
nerviosa. Toda la seguridad que tenía en aquella relación, que ya duraba 4 años,
parecía desvanecerse en cuanto cogía aquella caja. Sabía que la quería, sabía
que se querían, confiaba en aquel proyecto de vida que habían iniciado mucho
antes de irse a vivir juntas. Pero aquella situación la estaba desbordando.
Ninguna de
sus anteriores relaciones había durado más de 18 meses. En todas había habido
discusiones, peleas, celos, malos entendidos, infidelidades, pero con Belén,
nada de eso había ocurrido. Hablaban, debatían, se entendían, se comprendían,
apenas había acuerdos porque todo les salía de
modo natural. En cuanto a la situación económica de ambas se estabilizó,
el buscar una vivienda conjunta casi se dio por entendido… Y ahora que todo las
sonreía, aquel era el paso que ambas deseaban dar y lo sabían. Tenían una serie
de planes de futuro que aun sin fecha definida, si tenían que tener un orden
bajo los deseos de ambas.
Pero a
pesar de todo, Olivia llevaba una semana sintiendo pánico a destrozar aquellos
4 años de relación de un plumazo, aun sabiendo que esa sensación no tenía
fundamento alguno. Absorta en sus pensamientos, no se dio cuenta de que Belén
acababa de despertarse y la miraba desde la puerta.
Olivia
tenía la alianza en la mano, de modo que todas las dudas sobre si pedírselo en
ese momento o esperar al domingo se disiparon.
-¿Tu
amante acaba de pedirte matrimonio o acabo de fastidiarte la sorpresa?
Belén se
sentó a su lado mientras Olivia se reía sin dejar de mirar el anillo.
-Dudaba de
poder disfrutar del fin de semana con los nervios de esperar al domingo para
dártelo.
-Pues
quítate esa duda de la cabeza.
Olivia era
muy clásica para algunas cosas y, aunque tardó unos segundos para hacerlo, se
arrodilló frente a Belén.
-Sabes que
jamás había conocido una mujer como tú, con la que poder ser yo misma sin que
ello fuera un problema para la relación. Sabes que jamás me había sentido tan
querida y respetada como desde el día en que te conocí. Eres la mujer con la
que he podido hacer realidad los sueños personales y de pareja que he tenido
siempre. Sabes como apoyarme para que consiga todo lo que me propongo. Alegras
mis días y mis noches por más negros que
sean y siento que en tus malos momentos no soy una carga para ti, sino un
alivio. Quiero seguir viéndote crecer, quiero seguir disfrutando tus logros,
quiero seguir a tu lado subiendo las cuestas que nos encontremos en el camino,
y quiero seguir construyendo esa vida en pareja que siempre hemos soñado las
dos y de la que ya hemos escrito varios capítulos. El siguiente ya tiene
título, y solo quiero empezar a escribirlo desde ya. ¿Quieres casarte conmigo?
Belén se
dejó poner aquella alianza como signo de aprobación y, dejando a Olivia algo
desconcertada, le pidió que se quedara sentada esperando un momento. Fue a la
habitación y salió con otra alianza de las manos.
-Desde el
día que la compré me di 6 meses de
margen para esperar a que me lo propusieras tú, sencillamente porque sabía que
preferías que así fuera. Pero eso no quita que mi deseo de escribir este nuevo
capítulo haya nacido ya. Por suerte solo he esperado 4 meses. Te amo mi vida. Y
sí, quiero casarme contigo.
Ambas tenían
lágrimas en los ojos, y una gran sonrisa en el rostro. Se abrazaron, se besaron
y miraron el reloj. Belén le preguntó a que hora tenían que salir.
-Hasta las
22:00 de la noche no nos sirven la cena.
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