La
impermeabilidad me ha protegido en estos meses en los que cualquier cosa
parecía una flecha dirigida a lo más profundo de mi corazón, me ha protegido de
todas esas palabras suyas que se han repetido en mi cabeza durante todo este
tiempo, me ha protegido de todos esos recuerdos que no paraban de torturarme
noche y día en los que, solo, aparecía
ella.
La
impermeabilidad me ha permitido mantenerme a flote durante todo este trance al
que llamamos duelo, me ha permitido seguir adelante dejándome llevar por la
inercia del día a día, me ha permitido salir a la calle y dejarme ver
intentando no perderme a mi misma. Pero cuando no dejas entrar todo aquello que
puede hundirte, tampoco dejas entrar nuevas experiencias, nuevas personas,
nuevos pensamientos, nuevas formas de ver la vida, nuevos alicientes,… te
cierras en banda a todo aquello que sientes que puede desestabilizarte, por
mucho que un cambio de rumbo pueda llevarte por ese nuevo camino que necesitas para
volver a sentirte bien.
Y siento
que está llegando el momento de dejar de ser impermeable, creo que está
llegando la hora de abrirme de nuevo a disfrutar, creo que mi piel empieza a
pedirme que la vuelva a dejar ser. No sé en que momento llegará ese día, no sé
si será hoy, mañana o en un mes. No sé si estaré sola, subida a un escenario o
a tu lado…, o al suyo… No lo sé, pero lo siento. La hora desimpermeabilizarme
ha llegado.
El duelo
llega a su fin.
Esta vez,
yo gano.
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