dimecres, 29 de febrer del 2012

Hay cosas que no se pueden negar.

Hay cosas que no se pueden negar. Hay cosas que aunque las quieras disimular se notan. Y ella lo notaba. No era la única que quería alargar aquel instante el tiempo que pudieran. Aparentemente podían esperar cosas diferentes. Pero había algo en común entre ellas en aquel momento.

Ya lo habían hablado. Estaba claro que existía atracción entre ellas. Se miraban y se notaba. Aquella risa, aquella mirada, aquellas manos, aquella piel, esos labios, ese pelo, .... No podía dejar de mirarla hasta que tenía que apartar la vista de ella para coger aire y no lanzarse a besarla.

Podía entender que no lo hiciera, por eso no iba a ser ella la que diera el primer beso, o quizás si... ¿Y porque no? ¿Acaso no le había seguido el juego? ¿Acaso no seguía haciéndolo ahora que volvían a encontrarse? Seguir conociéndose y que las cosas pasaran cuando tuvieran que pasar... ¿Y porque no seguir conociéndose al tiempo que se descubrían acercando los labios de la una y la otra? Con esa proximidad que ofrece el sentir la humedad de la boca de la otra, dejando a las lenguas moverse libremente, recorriendo aquella frase que va desde su oreja hasta su hombro... Acariciando aquellos rizos que la hacían reconocerla en la distancia...

Volvieron a quedar para patinar y como la anterior vez se les hizo de noche sin apenas darse cuenta. Volvieron a cenar juntas y esta vez no esperó a que dijera que era hora de irse. Se lo dijo en cuanto supo que quería que se quedara.

-Estoy dispuesta a cumplir arresto domiciliario como castigo por robarte un beso.
-Ten cuidado, no sea yo la que incumpla la ley y te secuestre

No fue ni una ni fue la otra. Fueron ambas. Se acercaron lentamente la una a la otra y se besaron. Aquel primer beso fue dulce y tierno. Se separaron, se miraron y le cogió la cara, no pudo ni quiso evitarlo. Quería más. E hizo lo propio para obtenerlo.

dissabte, 25 de febrer del 2012

A veces queremos cambiar nuestra forma de funcionar para que las cosas nos salgan mejor, pero al probar nuevos métodos las cosas no tiene porque salirnos bien a la primera. Siempre he conocido a las mujeres antes de intentar iniciar una relación con ellas, pero esta vez la conocí y se removió algo en mi que hacía tiempo estaba apagado. Sentí deseo por ella, y no solo del de acercarme a ella y descubrir su cuerpo, sinó también del de conocerla. Me dejé llevar por ambos, cosa que nunca había hecho.

No voy a decir que no me arrepiento, porque creo que si hubiera hecho las cosas como siempre, hoy por hoy las cosas serían diferentes y podría estar ahora mismo conociendo lo mejor de esa persona. Pero dadas las circunstancias solo puedo aprender de ello. No ha salido bien por varias cosas que creo que a fecha de hoy tengo reconocidas y en lo que yo puedo hacer algo al respecto, espero aprender de ello y no volver a cometer los mismo errores. Espero no volver a dejarme llevar sin conocer antes a la próxima persona por la que sienta esta atracción. Mi primer impulso fue el de volver a cerrarme en banda a posibles relaciones afectivo-sexuales, pero no voy a lelgar a ese extremo. Volveré a mi cautela de siempre, no a la que estaba poniendo ahora, volveré a esperar a conocer a la persona y dejaré que las cosas surjan de un modo natural pero siempre con la confianza ganada previamente.

He estado aprendiendo a quererme y no quiero dejar de hacerlo. Quererme implica cuidarme. Y no quiero dejar que salga esa parte de mi que no me gusta. Ahora mismo siento que estoy a una mala palabra, a una mala mirada de hacerlo. Y no quiero. Conozco esa parte de mi y no me gusta hacer daño con las palabras. Y no solo por no hacer daño a los demás, sinó porque las emociones que recorren mi cuerpo cuando estoy en ese estado no me hacen ningun bien. Así que espero poder evitar situaciones que desencadenen algo que me haga saltar ahora, y espero darme la oportunidad de no volver a cometer errores que me lleven a tener de nuevo el cuerpo removido como ahora mismo. Y creo que para no llegar a estos extremos tengo que aprender a quererme un poco más todavía. Y a no callarme las cosas que me duelen y no pensar tanto en como le sentarán las cosas a los demás. La empatía puede estar muy bien, pero no debo olvidarme que los demás también tiene que tenerla conmigo y que también tengo derecho a que ciertas cosas me moelsten y me duelan y a decirlo.

Las cosas no salen siempre como una quiere y no siempre puedes tener relación con aquellas personas con las que te topas en la vida. Toca volver a tirar de la aceptación y volver a hacer limpio con todo lo que se me ha quedado dentro que no quiero que se quede aquí. Sé que no soy una mala persona. Sé que no voy con segundas. Sé que no voy de flor en flor y sé que aunque haya durado poco voy a tener que pasar un duelo también por esto. Puede que mi forma de ser de lugar a dudas respecto a mis intenciones con las personas con las que me relaciono. Pero sé lo que siento y aunque pueda que no tenga muy claro lo que quiero en esta vida, si tengo claro lo que no quiero. Y lo último que quiero ahora mismo es ocupar mi corazón con otra mujer. Me toca pasar este duelo y me toca volver a conocer a las personas antes de querer abrirme a ellas de un modo más allá de la amistad. Si con mi forma de ser hago dudar a la gente, solo puedo decir una cosa, esperar a conocerme. Soy como soy y no voy a cambiarlo por nadie. No será la primera vez que mi forma de ser me acerca a alguien y luego me aleja de la misma persona. Pero también es cierto que tengo las amistades que tengo gracias a ser quien soy. Y si alguien más quiere entrar en este círculo, que lo haga del mismo modo que lo han hecho las demás. Aceptándome, con lo bueno y con lo malo. Creo que es algo básico en las relaciones humanas.

dijous, 23 de febrer del 2012

Petición de relato

Era su primera vez, en sus casi 35 años nunca había estado con otra mujer y le temía a aquel momento. Pero el deseo, las ganas y la complicidad con ella eran más fuertes que su miedo. Se lo dijeron y quiso creerlo, y efectivamente llegó el momento.

No era la primera vez que se veían y sus bocas ya habían jugado a conocerse. Había sentido las manos de ella acariciándole la piel y sus caricias se le antojaban demasiado apetecibles como para que se quedaran ahí. Ella, más temerosa, también había empezado a reconocer las curvas de aquella mujer y aunque el deseo le crecía por dentro al hacerlo, se mantenía cautelosa ante la incertidumbre a no saber como manejarse.

Pero llegó el día en que la invitó directamente a su casa. Lo deseaba, aquellas manos la hacían estremecerse, aquellos besos la hacían no querer separarse de sus labios, aquella mirada la hacía sentirse deseada, su cautela la hacía tener la confianza de poder parar cuando sintiera que lo necesitaba, su paciencia le daba la confianza para seguir el ritmo en el que encontrarse cómoda. Pero quería que aquello ocurriera, así que aceptó la invitación de buen grato.

La velada transcurrió entre risas, conversaciones, caricias, miradas y besos. Hasta que las manos empezaron a tomar protagonismo cuando buscaban la una la piel de la otra, cuando la ropa empezó a sobrar ante la subida de la temperatura corporal de ambas y el deseo de cubrir esa piel de besos. Se deshicieron de la ropa de camino a la cama. Había visto el cuerpo desnudo de una mujer en infinidad de ocasiones pero nunca encendido de deseo hacía de ella. Se habìa desnudado anteriormente frente a otra persona para disfrutar del sexo pero nunca ante una mujer. Aquella situación era totalmente nueva para ella y no sabía como debía obrar, pero las palabras de ella la tranquilizaron:
-Déjate llevar. Y no te preocupes, si quieres parar, solo tienes que decírmelo.

A pesar de sus temores no quería parar. Quería hacer y dejarse hacer. Quería disfrutar de aquellas manos y aquellos labios recorriendo su cuerpo. Quería dibujar la anatomía de aquella mujer con sus manos y humedecer cada rincón de aquel cuerpo con su lengua. Y así ocurrió. Sin presiones, sin prisas, sin objetivos que cumplir, ni metas a las que llegar. Se dejaron sentir y ambas se descubrieron por primera vez. Una con la experiéncia de años viviendo su homosexualidad con total naturalidad. La otra descubriendo por primera vez el cuerpo, el deseo y el sexo con una mujer.

Le dijeron un día que en el momento en que se encontrara a gusto con otra mujer a pesar de sus miedos no tendría porque temer. Y así fue.

dimecres, 22 de febrer del 2012

nuevo blog

Dicen que de amor uno no se muere. Y es cierto. Sinó yo hubiera pasado por eso. Y precisamente por eso estoy aquí. Porque no ha sido así y puede que este sea el último paso a dar para que cuando vuelva a haber otra oportunidad de perder el miedo a la vulnerabilidad, no queden dudas de ello.

No ha podido ser. Nos ha vuelto a tocar perder. Solo espero poder aprender de ello. Siento haberte causado dolor. Nunca ha sido mi intención. Espero poder tenerte a mi lado de otro modo cuando las aguas se calmen.