Hay circunstancias en la vida que
te llevan a dejarte llevar por una apatía a la que has llegado al sentir que no
puedes salir adelante con las circunstancias que te rodean. Un problema tras
otro te hacen querer encerrarte en casa para fusionarte con el sofá o la cama
con el único objetivo de huir de todo lo que te rodea que parece no querer
ponerse de tu parte.
Pero día tras día esa situación
se te hace más insostenible todavía que la incapacidad que sientes por
solucionar los problemas económicos que hace tiempo te apremian. Sientes que a
pesar de no poder cambiar el color de los números de tu cuenta corriente si
necesitas cambiar tu estado de ánimo. Pero tu cuerpo te paraliza.
Al poco mantienes una
conversación con alguien cercano que sabes se preocupará pero quien crees que
tiene la capacidad de decirte aquello que necesitas oír sin volver a su casa
con tu estado de ánimo como único pensamiento en su cabeza.
Lo que te dice te parece un buen
comienzo, y lo vas a hacer, los vas a poner en marcha.
Vas a levantarte cada mañana y
vas a luchar contra tus ganas de volver a meterte en la cama, vas a salir a
caminar porque sabes que aunque los primeros días los problemas que te llevan a
querer dormir te van a acompañar, poco a poco disfrutaras de la naturaleza que
rodea tu casa, de la sensación del aire puro entrando en tus pulmones y de la
vitalidad que esos paseos le darán a tu cuerpo. Y cuando termines de comer, y
de recoger tu cocina porque siempre te ha gustado ver tu casa limpia, te vas a
poner a hacer aquello que te hace darle color a tu vida, aquello que te hace
crear los mundos que deseas y que tanto cuesta ver en estos tiempos que
corren.
Porque hay cosas que no se pueden
cambiar, hay cosas que no dependen solo de ti, pero tu vida sigue, y sonreír
todos los días, solo está en tus manos.
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