3 noches separadas. No parece
demasiado, y la verdad no tiene porque serlo siempre y cuando el deseo no vaya
en aumento desde el mismo momento en que se despiden la una de la otra. 3 días
y 3 noches separadas dan para hacer todo aquello que juntas no pueden. 3 días y
3 noches dan para hacerse cargo de todas aquellas responsabilidades que quedan
en un segundo plano en el momento en que vuelven a estar la una en frente de la
otra. 3 días y 3 noches separadas dan para mucho deseo acumulado que se desata
en el momento en que después de reencontrarse por fin tienen un momento de
intimidad.
Hay varios rincones en el mundo
que han sido cómplices de su deseo, pero el que más, aquella cama. Aquella cama
a la que tal cual cruzaron la puerta de casa de Miriam, Julia la dirigió sin
miramiento alguno, aquella cama en la que la tumbó sin dejar de besarla, donde
le sacó la ropa, donde no le hizo falta sacar las cuerdas porque Miriam
entendió con la mirada de Julia que no debía moverse, donde se la comió a besos
antes de empaparse la boca con la humedad de su sexo, donde se metió dentro de
ella, donde hizo arquear su espalda al hacerla suya, donde se rozó con ella, la
tocó y la hizo temblar tanto como quiso.
Miriam quedó abrazada a ella sin
poder dejar de estremecerse a cada beso y cada caricia de Julia. Tenía 3 noches
y tres días para poder disfrutar de ella y no iba a desperdiciar ninguno de los
segundos de los que disponía. Así que ahora a la que le tocaba estarse quieta
era a Julia y ambas sabían de la dificultad que esta tiene para ello, así que
sin dudarlo un solo segundo Miriam la amarró con aquellas cuerdas que Julia
había puesto en la cama para tenerla inmovilizada a su merced.
Recorrió cada centímetro de su
piel con sus dedos y su lengua, se enganchó a su piel, se rozó con su sexo,
corroboró el nivel de excitación al que llega Julia al entretenerse con ella,
la besó y se perdió en la sensibilidad de sus pezones… Hasta que Julia le
exigió que la tocara, que se metiera dentro de ella y moviera sus dedos de ese
modo que tanto le gustaba. Miriam se perdía viéndola disfrutar, sintiendo como
su cuerpo empieza a temblar, sintiendo como Julia le agarraba de la cabeza para
que se la comiera.
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