dimecres, 28 de gener del 2015

La Mansión



Acabo de entrar en esta mansión y lo primero que tengo que hacer es acomodar la vista al cambio de luz. Parece que la inmensidad de la casa la convierta en un micromundo alejado de todo lo que ocurre fuera. Ahora veo lo que ensombrece los enormes ventanales. Las cortinas son largas, pesadas, tupidas y negras. Se tragan toda la luz que llega de un día tan soleado como el de hoy, porque a pesar de la ausencia de nubes fuera y de la enorme luminosidad que podría tener esta mansión, las cortinas obligan a iluminar la casa con luz artificial. Además resulta curioso, las lámparas están colocadas de un modo totalmente estratégico, permitiendo caminar sin tropezarte con nada, pero no dejan ver en detalle qué es lo que hay sobre los pocos muebles que veo. 

Además de lo sorprendente de la oscuridad de este hogar, hay otro detalle que no puedo pasar por alto: todo está donde debe estar. Aunque en un primer momento, mientras me acomodaba al cambio de luz, no he visto más que las siluetas del mobiliario, ahora me doy cuenta que todo, absolutamente todo, está alineado en diferentes niveles. Podría trazar líneas rectas de un mueble a otro, de un cuadro a otro, de una silla a otra.

Don Enrique acaba de llegar. Voy a ayudarle a sacar las cosas del coche. Recuerde no correr las cortinas antes de que volvamos.

Me tranquiliza la idea de pensar que podré darle luz a la inmensidad de esos salones sin paredes. Si pretenden vender la casa, las fotografías que quieren que haga deberían potenciar lo mejor de ella, y lo tienen tapado como si de la morada de un vampiro se tratara.

Justo a la derecha de donde me encuentro, hay una enorme escalera curvada que sube a un segundo piso en el que, imagino, estarán las habitaciones. Creo que mejor espero a que vuelvan a enseñarme la casa. Necesito más claridad para explotar toda la majestuosidad de esta vivienda. Mientras espero, el silencio absoluto que me envuelve, se ve perturbado por el ruido sordo de un balón de baloncesto bajando por las escaleras. Y lo hace de tal modo que sigue la curva que éstas hacen y continúa su camino hasta quedar bajo la falda de una de las cortinas.

¿Hola?

Creía que no había nadie más en la casa, pero parece obvio que la pelota, aquí como en cualquier otro lugar, debe haber sido empujada por alguien, o por algo. Esto ha resultado perturbador de la inmovilidad del ambiente y de sus líneas perfectas.

Voy a subir a mirar de donde ha salido el balón. Viendo que el mayordomo y Don Enrique  tardan, voy a satisfacer mi curiosidad. Subo lentamente las escaleras, tengo la sensación de que un ritmo más elevado alteraría el ambiente. Una vez arriba, me encuentro con un descansillo enorme con una mesita y dos butacones presidiéndolo.

No tengo idea de por donde ha venido la pelota. Miro a los dos lados del pasillo, no puedo ver el final. Y tampoco ninguna puerta abierta. A diferencia de los salones de abajo, aquí sólo hay dos lámparas, una al inicio de cada uno de los lados. Mi curiosidad no es superior todavía a mi saber estar. Así que voy a preguntar de nuevo antes de volver abajo, si alguien en alguna habitación, podría responder a mi llamada.

¿Hola?

Y tengo suerte. Una puerta se abre. Pero no sale nadie de ella. Estoy empezando a sentirme actor de una película de terror, y para hacerle honor a esa sensación, me dirijo hacia esa puerta. Con lo poco que está abierta, sólo puedo entrever algunos muebles de la habitación, y veo claramente que debe ser la de un niño. Creo que debería tranquilizarme, pero la situación en aquel ambiente tan frío, inmóvil y oscuro no deja que lo haga. Abro la puerta por completo para terminar de golpe con aquella intriga, y me encuentro a un niño de unos 10 años sentado en una silla mirando a la nada mientras se balancea sobre si mismo.

No me mira, pero advierte mi presencia.

¿Jaime?
Pelota.
Buenos días, Jaime.

Por la mirada que tiene y esos movimientos estereotipados, advierto que Jaime no va a parar hasta que vuelva a tener la pelota con él.

Pelota.
¿La pelota que ha caído al piso de abajo es tuya?
Pelota.

Como esperaba, no responde a nada. El mejor modo de conseguir  que conecte conmigo y de tranquilizar a Jaime, es bajando a por el balón. Así que recorro de vuelta el camino hecho y lo cojo de debajo de la cortina. Teniéndola tan cerca, noto su pesadez y lo tupida que es. Ahora que sé que es la casa de Jaime entiendo tanta oscuridad. Subo de nuevo y le llevo la pelota. Sigue sin mirarme.

Se levanta y me coge la pelota de las manos. Vuelve a sentarse, ahora con un balanceo más pausado, abrazado al balón.

Pablo.
Hola Jaime. Sí, soy yo. No nos veíamos desde que saliste del Hospital. Me alegra volver a verte. Tienes una casa muy bonita.
Pablo.

Jaime se levanta de la cama y guarda el balón en el armario. Se acerca al escritorio y coge las gafas de sol que tiene guardadas en uno de los cajones. Se pone a mi lado y se dispone a salir de la habitación.

Pablo, ven.

Conozco poco al chico, en los dos meses que pasamos juntos en el hospital nos hicimos muy amigos, pero creo que no me equivoco cuando intuyo que va a ser él el que me muestre la casa con las cortinas corridas. Y me alegro, porque el mayordomo y Don Enrique parecen comportarse como si no tuvieran invitados en la casa.

Cuando Jaime ha corrido sólo un par de cortinas entra su padre dando voces.

¡Jaime, hijo!

En cuanto Don Enrique entró en la casa Jaime volvió a correr las cortinas haciendo caso omiso a mi presencia.

Jaime hijo, no lo hagas. Vamos a correr todas las cortinas los dos. Si Pablo ha venido a visitarte, podemos enseñarle la casa juntos. ¿Está aquí Pablo?


© Carola C. Ballesteros

dimarts, 27 de gener del 2015

Segona "part de "Viaje a Madrid" // Segunda parte de "Viaje a Madrid"

Mentre preparo la primera presentació de "Viaje a Madrid" la segona part comença a prendre forma. // Mientras preparo la primera presentación de "Viaje a Madrid" la segunda parte empieza a coger forma.


dimecres, 14 de gener del 2015

La mansión

Corrigiendo el último relato del Curso de Escritura Creativa. Con ganas de seguir aprendiendo y seguir viendo mejoria en mis textos. Cuando esté terminado lo comparto.

dimecres, 7 de gener del 2015

Deberes

Cuando haces algo que te gusta no cuesta hacer el trabajo que te mandan para casa

¿Continuará?

Me lo preguntaron si iba a escribir la continuidad y dije que no. Pero lo dije convencida. Pero de repente....

dissabte, 3 de gener del 2015

Primeras imagenes de lectoras con "Viaje a Madrid" entre sus manos

Aquí os dejo las primeras imagenes que me han enviado algunas de las lectoras de "Viaje a Madrid".
Espero que os este gustando a todxs lxs que lo tenéis, y a aquellxs que aun no lo tengais, solo teneis que pedírmelo.
Un saludo