Te levantas por
la mañana y te das cuenta que el olor a sexo sigue impregnando la habitación.
Piensas que son las sábanas, pero cuando vuelves del baño y la cama está hecha,
ese olor sigue ahí.
Has pasado por la
ducha, te dispones a lavarte bien la
cara y tus manos siguen oliendo a ella. Después de unos días sin verla, días
que se te han hecho eternos, unas pocas horas a su lado te vuelven a cargar de
energía, pero ese rastro de ella en la habitación y en tu piel, te trae
sensaciones contradictorias.
Recuerdas cada
segundo de esa noche y no puedes más que sonreír y volver a esos instantes con
todas sus consecuencias, lo que te lleva a incrementar exponencialmente las
ganas de volver a tenerla a tu vera. Sabes que quedan menos de dos días para
ello, que las horas de trabajo van a ocupar el tiempo que no compartas a su
lado y que esa distancia de ahora es inevitable. Pero también sabes que igual
que las horas a su lado pasan demasiado rápido, las horas lejos de ella parecen
minutos.
Por suerte hay
una parte positiva dentro de ti que te invade recordándote que tenéis toda la
vida por delante y que ambas la queréis compartir juntas. Por eso, por mucho
que ahora mismo no podáis compartir todo el tiempo que quisierais juntas, sabes
qué vais a ganarle el pulso a lo que no os permite que eso sea así.
Solo es cuestión
de tiempo.
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