Tierra de Sol ya está en
mis manos. Me lo ha dado la misma Prado G. Velázquez en mano con el punto de
libro y la invitación a la presentación, a la que, por desgracia, no puedo
asistir. Pero bueno, el libro está ya a mi vera.
Estaría ya mismo empapándome
de él si no fuera porque estoy segura que su lectura me absorberá y mañana
tengo un examen y quiero ir descansada. Pero
sé que me lo llevaré y que la vuelta en metro será corta y amena. Y que el
posterior viaje en tren a casa de unos amigos con los que vamos a vernos,
también estará amenizado por esta historia que llevo meses queriendo tener
entre mis manos.
Entiendo el miedo de
Prado de que tanta expectación no sea correspondida, se perfectamente que un
libro no puede gustar a todo el mundo y entiendo que, al tiempo de estar muy
emocionada por esta aventura que ya tiene forma, estará muy a la expectativa de
lo que la gente que hemos confiado en ella pensemos al leer la novela. Y, será
por los fragmentos que nos prestó para engancharnos a la novela, será por lo
que nos ha contado ella, será por lo poco que la conozco y he podido compartir
con ella; no lo sé, pero tengo la seguridad de que en pocos días, Prado
recibirá un mensaje mío diciéndole que quiero más.
Por el momento os dejo,
mañana tengo un examen y quiero que me salga bien.
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