Aunque la inercia
le haga abrir los ojos todos los días a las 7 de la mañana es sábado y no
pretender empezar el día tan pronto. Se levanta para ir al baño y se vuelve a
la cama. Adora aquella imagen: la mujer a la que ama y su pequeña durmiendo en
la cama como dos angelitas.
Se acerca y las
besa a ambas, ambas reaccionan a su contacto. La peque se mueve, la mayor abre
los ojos, la besa, le deja un hueco en la cama y parece hacer un esfuerzo por
despertar pero el sueño la vence y vuelve a quedarse dormida abrazada a ella.
Las tres vuelven a dormir.
Un par de horas más
tarde vuelve a abrir los ojos y esta vez sabe que ya ha descansado lo
suficiente y es el momento de empezar a disfrutar de su familia. Su hija sigue
a su lado durmiendo a pierna suelta aprovechando que en la cama solo queda una
de sus dos madres. La puerta de la habitación está abierta. Se estira al tiempo
que su mujer pasa y la ve. Se la queda mirando desde la puerta con esa mirada
que no ha cambiado desde el principio de su relación y espera a que termine de
desperezarse. La perra que debía llevar un tiempo persiguiéndola en lugar de
pararse se sube a la cama con cuidado de no molestar a la pequeña buscando sus
caricias. El gato que estaba durmiendo en la butaca de la habitación abre los
ojos y decide formar parte de aquella maravillosa estampa.
-Solo faltas tú- le
dijo desde la cama.
Lo sabía y ante
aquellas palabras se metió en la cama también. Pero la visión de aquello, la
visión de haber hecho realidad el gran sueño de su vida cuando años atrás había
renunciado a la posibilidad de que se cumpliera, la visión de haber encontrado
la felicidad después de haber perdido la ilusión de volver a amar le encantaba.
Ya con todas en la
cama, la perra empezó a jugar, la peque se despertó con ello y se apuntó a la
diversión y el gato se fue ante tanto ajetreo en busca de un lugar donde seguir
durmiendo tranquilo. Al poco las dejó a las tres en la cama jugando mientras
terminaba de preparar el desayuno que ya había empezado su mujer. Le puso de
comer a la perra que salió de un salto de la cama y se metió en ella con las
dos mujeres de su vida. Les había llevado un trozo de ese chocolate que tanto
les gusta a las tres y después besarlas y decirles que el resto del desayuno
estaba en la terraza:
-Os amo.
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