dissabte, 16 de juny del 2012

Ha valido la pena esperar a encontraros.


Sales de trabajar, vas al metro para coger el autobús que te lleva de vuelta a casa y te la encuentras ahí sentada, esperándote. Te ve y lo primero que hace es levantarse, se acerca a ti para acortar aunque solo sea unos segundos ese reencuentro que lleváis tanto esperando. Ves como sonríe, ves como te mira, ves como no hace falta saludarse, ves como lo primero que queréis ambas es fundiros en uno de esos besos que expresan más que cualquier palabra, esos besos en los que os quedáis atrapadas…

A su lado el trayecto a casa no se hace tan largo como de costumbre. Sigues estando cansada, sigues teniendo ganas de llegar a casa, sigues necesitando dormir, pero todo en su compañía se hace agradable de un modo que no importa cuánto tarde en llegar aquello que esperas. Sin darte apenas cuenta has ya estáis en la cama, habéis llegado a casa entre miradas, risas, besos y charlas. 

Si durmierais solas nada más tocar la cama os habríais quedado dormidas, pero el deseo no os deja hacerlo. Necesitáis sentir la una le piel de la otra y el cuerpo hace por conseguirlo sin que pudierais hacer anda por evitarlo si quisierais. Termináis el día enredadas la una en la otra, os quedáis dormidas sin apena daros cuenta entre besos y caricias. 

Suena el despertador y seguís enganchadas, os habéis movido por la noche, pero en todo momento lo habéis hecho buscándoos la una a la otra. Abrir los ojos y seguir sintiendo como la piel de ambas no baja de temperatura estando cerca os saca la primera sonrisa del día. Por la persiana veis que ha salido el sol, parece que el día acompaña a vuestra felicidad. Media hora más tarde lográis salir de la cama. 

Ha valido la pena esperar a encontraros.  


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