Se acaban las vacaciones y vuelve la rutina.
Por una parte se que me va bien. Saber que tengo ciertas cosas que hacer,
que tienen sus horarios y que en base a eso organizo el resto de mi tiempo me
ayuda a estar estable y tranquila. Y de este modo disfruto más de esos pequeños
momentos en los que solo quieres darle la vuelta a esta inercia en la que a
veces nos vemos envueltos.
Lo malo de volver a la rutina es que a veces las cosas no son siempre tal y
como te gustarían, y por mucha paciencia y aceptación, y por mucho que sepas
disfrutar de este momento mientras esperar que las cosas se vayan encauzando,
cuando te apetece que en esta rutina también esté compartir todas las noches la
cama con la mujer a la que amas y no es así y sabes que el que las cosas se
pongan a favor de las dos para que eso ocurra no es tan sencillo, te puede la
impotencia.
Pero vamos a darle la vuelta a ese sentimiento. Llegará el día, llegará
porque las dos queremos que llegue, pero mientras no llega hagamos que este
noviazgo siga siendo tan especial como es. Esa sensación que va creciendo a
medida que se acerca el momento de volver a verla, ese mirar el reloj a la
espera de que suene el timbre, ese desear poder escaparte antes del trabajo al
saber que está a punto de llegar a recogerte,… Y ese primer beso, que no podrías
llegar a decir cuanto dura porque os fundís en el logrando congelar el tiempo.
Ese reencuentro de vuestras manos, de vuestras miradas, de vuestros ojos, …
Podría seguir escribiendo… pero ya ha llegado… en otro momento sigo.
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